[PERIODISMO DIGITAL] Doula de mi guarda, mi dulce compañía (Entrevista) Nov-14-2011

Doula de mi guarda, mi dulce compañía


En pleno cuadro familiar: María se comunica de forma inusual con su doula de la guarda. José preocupado porque no sabe qué hacer, si darle un beso y recibir un codazo ante los fuertes dolores de su esposa primeriza. ¡El niño avisa pista! Por eso llaman a Ana María Morillo, una barranquillera de 43 años que con su estrella acompaña intuitivamente a esta pareja en el parto.

Por Vanessa López Suaza


Esta mujer es una de las pocas Doulas que ejercen este oficio en nuestro país. Con su amabilidad y cariño se encarga de hacer todo lo que está a su alcance. Ayuda a muchas parejas, sobre todo a la mujer, a disfrutar del parto en su máxima expresión fisiológica. Ella dice que una Doula lo que hace es tratar de controlar y acompañar a la mujer. Desde el principio ella es muy tranquila y sabe qué es lo que está pasando. “Yo entiendo que al principio es muy normal todo eso de las contracciones, y en vez de ser una emergencia,  eso quiere decir que su cuerpo está respondiendo muy bien” menciona indignada Ana María, ante la desinformación en que la sociedad vive por tantas películas que demuestran muy poco autoridad en el tema y que, según ella, lo único que hacen es estresar a las futuras madres.

El origen de las Doulas se remota de un par de pediatras franceses que emplearon el término Doulas aproximadamente desde  los años 80 y fundaron la primera escuela de Doulas en Estados Unidos. Ellos empezaron sus estudios en Guatemala, investigando sobre los comportamientos entre la madre y el neonato; eran mediciones minuciosas. Después se dieron cuenta que esos indicadores mejoraban cuando las mamás estaban acompañadas, ya fuera por su madre, por su hermana,  por una mujer conocida por ella, no médica o no enfermera. Hoy y siempre, hay culturas indígenas que practican la partería de forma más tradicional.

Para Ana María Morillo, en el parto se junta todo. El cuerpo es el que tiene que hacer el trabajo, pero si la mente está asustada y está llena de ideas falsas y temores, “estás desinformada, entonces esa cabecita está preguntándose: ¿qué es esto?, ¿qué estoy sintiendo?, ¿dónde estoy?; el cuerpo va a funcionar de acuerdo a eso que está pasando en tu cabeza”. Por eso, es que este ángel de la guarda acompaña a la madre durante esa conmovedora experiencia, e instruye a su pareja y familiares para que le colaboren a la primeriza, en muchas ocasiones a volar.


Yo no soy entrenadora de partos

“A una mamá había que monitorearla, monitorear al bebé, y le conectan unas bandas, unos sensores, y el monitor va midiendo los latidos y va contándolos. Normalmente, en una contracción los latidos del bebé se aceleran; eso una mamá no lo ha escuchado, lo va a escuchar por primera vez allí. Eso para una mamá puede ser preocupante, y es así, por lo que le está pasando al bebé. Yo le expliqué que no estaba pasando nada, y ahora imagínate tú,  estás en una contracción y un tucu, tucu, tucu… y uno como mamá dice, ¿pues?... estoy aquí tratando de respirar, pensando que me voy a abrir; estoy pensando que mi bebé ya va a nacer y lo que estoy escuchando es un latido de corazón muy acelerado, que ya yo lo estoy sintiendo dentro y por eso no necesito escucharlo. Yo necesito es escuchar mi propia voz y mirar que hay en mí, adentro; entonces, la enfermera había llegado y había puesto el monitor y dijo, incluso, dirigiéndose a la mamá que había que estar pendiente del monitor y estar pendiente de los latidos del bebé, porque si se pasaba de tanto o le faltaba de tanto le tenían que timbrar”.

Ana María muy emocionada, sigue comentando: “a la mujer la tenemos que dejar viajar en su cabeza y en su cuerpo, entonces, eso fue parte de lo que las enfermeras pudieron entender, como lo que había que hacer, yo le bajé el volumen y ahí estás viendo, y vas leyendo. Y yo le dije a la mamá: despreocúpate que tu esposo y yo vamos a estar mirando el monitor. Esas pequeñas cosas hacen una gran diferencia en como una mujer puede vivir realmente su parto.”. Y por tanto, una Doula deja de ser una entrenadora monótona para convertirse en una testigo del nacimiento.

Ana María dice que lo fundamental para una mujer durante esas extenuantes horas de parto es que la Doula pueda mantener que la madre se sienta acompañada, segura; que tengan respeto por su intimidad y su privacidad; que haya silencio, que se cuide el lenguaje. Todo para que la madre de acuerdo con ella pueda volar.


¿Qué dicen las parejas de las madres gestantes?

Ana María con una dulzura y paciencia reflejada en su mirada explica: “ellos se sienten impotentes, se asustan mucho porque piensan que algo muy grave podría pasar; ellos ver a una persona teniendo contracciones muy fuertes  y al mismo tiempo la persona que ve (es decir, ellos) no está contextualizada, lo ven como una cosa horrible. Pero, yo les explico que eso se puede ver como un orgasmo, puede que la persona que la esté viendo dirá que está sufriendo, sin embargo en realidad es algo placentero. No estoy diciendo que el embarazo sea placentero, sino que por ejemplo las caras no son necesariamente las más bellas, pero si es algo del cuerpo. A lo mejor la madre va a necesitar gritar porque lo necesita, puesto que eso lo pide tu cuerpo. Desde afuera, si el padre está descontextualizado, obviamente se impacta”.

La Doula muy firme y clara en sus convicciones comenta: “yo procuro no aferrarme al esquema de que el hombre (él es muy importante) es el que debe estar. Si la mujer cree que él debe estar, es decisión de ella y trabajamos con él. Mejor dicho, la pareja decide. Normalmente, ellos vienen a los cursos prenatales como obligados. A mí me da risa ja ja ja. Las mujeres vienen y preguntan, mientras que ellos por no quedar mal dicen alguna cosa, pero a ellos lo traen ja ja ja… sin embargo, ellos son los que salen matados, ya que ellos ven, de verdad, que se viene a aprender conceptos y teoría… Entonces los hombres también se despegan un poquito. Como Doula soy un puente de diálogo y valoro las preguntas de los dos. Muchas veces ellas quieren que ellos expresen cosas, para también decirles que el parto no es lo que ellos están pensando. Los hombres no son muy dados a hablar de estas cosas. Yo soy una facilitadora entre ellos”.


¿Por qué llamar a una Doula?

Ana María argumenta que las mujeres gestantes deberían acudir a una Doula porque ella ha comprendido que los médicos en su forma de trabajar y en los sistemas económicos no cubren esa parte esencial del parto, sobretodo en el sector público. Las madres se encuentran muy desatendidas o muy maltratadas. Igual,  ella dice: “yo no me puedo poner a llorar con una paciente, yo tengo que mantener una postura para poder intervenir de una manera. Yo quiero hacer esto, porque las mujeres que se están preguntando cosas, pues no me gustaría que cojan el camino de una cesárea ya que duele física y emocionalmente; aunque gracias a Dios existe, porque en algunas ocasiones con ella se puede salvar la vida de alguno de los dos”.

Ahora, se espera que esta práctica sea más conocida e impulsada en la ciudad. Como la fundación bogotana Artemisa, encargada también de formar parteras. Actualmente un curso prenatal cuesta unos cuatrocientos mil pesos y la mera compañía en el parto, es decir, el oficio de la Doula, tiene un valor por quinientos mil pesos. Para mayor información, pueden escribirle al correo electrónico anamorillo@buenacer.com.

“Socialmente, culturalmente, está en el imaginario que el parto es algo terrible, pero para eso hay preparación”. Ana María Morillo.

 Ana María Morillo en su consultorio dicta el curso prenatal a Gabriela Ochoa quien está al lado de su esposo.




 La pareja para preparase al parto, hace diferentes ejercicios dirigidos por Ana María. Todo tiene que ver con la manera de ver el parto.




Ana María Morillo ama su oficio, porque acompaña delicada y detalladamente el parto de muchas mujeres que se pueden encontrar confundidas frente al parto.

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